Si había pocas dudas de que las primarias del PSOE eran cosa de dos, la presencia de los socialistas vascos en la vergonzosa foto, presidida Arnaldo Otegui, que se hicieron con motivo de la entrega de armas -una más- de los terroristas de ETA, ha liquidado buena parte de los escasos apoyos con que podía contar el tercero en discordia: Patxi López, a quien una amiga mía, vasca de pura cepa, se refiere a él, como mucha retranca, como Paco López. Ha dinamitado buena parte de los apoyos que podía tener. Entre las víctimas de ETA había cualificados militantes socialistas y eso no lo ha olvidado la mayoría de los socialistas. La batalla por la secretaría general del PSOE es ya un mano a mano entre Susana Díaz y Pedro Sánchez o lo que se ha venido en denominar “susanistas” y “pedristas” los “patxistas” -“paquistas”, según mi amiga- no están ni se les espera y la lucha promete ser cruenta.
Detrás de la presidenta de la Junta de Andalucía, mujer ambiciosa y con pocos escrúpulos a la hora de segar las cabezas que se interponen en su camino -quienes conocen su trayectoria sostienen que su itinerario político está lleno de cadáveres tirados en las cunetas-, se encuentra la gestora que en estos momentos dirige los inciertos destinos del socialismo hispano y la práctica totalidad del aparato. Si lo que se dilucidase fuera en un Congreso, Susana Díaz lo tendría ganado por goleada. Pero se trata de unas primarias y ahí el voto de la militancia está mucho menos controlado por el aparato partidario. Sánchez, por lo tanto, tiene posibilidades de sumar a su proyecto, que tiene mucho de revancha, el voto del enfado contra los gerifaltes del partido a todos los niveles. Por eso busca despertar pasiones entre la militancia concediéndoles un protagonismo que, sobradamente, sabe es imposible. Él ha estado a los mandos de un partido. Carece de discurso -ya como líder de la oposición apenas salió del “no es no”-, pero halaga las pasiones de lo que los romanos llamaban la plebe, buscando obtener réditos a corto plazo.
En este debate de primarias, que hasta el momento ha brillado por la falta de ideas manifestadas por los contendientes que han saltado al palenque, hay en juego mucho más que la secretaría general de un partido que, al menos hasta este momento, ha sido fundamental para entender las últimas décadas de nuestra historia. Una victoria de Pedro Sánchez, que hace descubrimientos que le parecen fundamentales en su táctica política en los momentos más inoportunos, dejaría al PSOE escorado hacia una izquierda que busca concomitancias con el populismo podemita y que lo aleja de una masa electoral que durante muchos años ha marcado el destino del país al situarse en su inmensa mayoría en posiciones alejadas de esos planteamientos. Se corre, incluso, el peligro de que con una victoria de los “pedristas”, que supondría una radicalización política alejada de los postulados de la socialdemocracia, se produjera una escisión en las filas del POSE. Eso es algo no estaría tan lejos como algunos pueden pensar y significaría la ruptura de una de las bases en que se asentó una transición que permitió, en circunstancias nada fáciles, transitar de una dictadura a una democracia homologable con los países de nuestro entorno.
Entre “susanistas” y “pedristas” hay juego, mucho más serio de lo que algunos imaginan.
(Publicada en ABC Córdoba el 29 de abril de 2017 en esta dirección)